

Heriberto Aranguren ha estado varias veces frente a la muerte. Enfrent?? el fr??o de las balas, la soledad del cautiverio y la cercan??a del abismo, pero est?? vivo y por eso asegura que ???todos los d??as de mi vida lo vivo como si fuera el ??ltimo??? . Sirvi?? por a??os al Ej??rcito colombiano, enfrentando los a??os m??s pesados en la guerra con la extinta guerrilla de las Farc , pero nunca pens?? que lo que lo salv?? de perder la vida en m??s de una ocasi??n fue el ajedrez.
Naci?? en Ibagu??, donde de ni??o aprendi?? el movimiento de las fichas de ajedrez gracias a unos primos. Nunca imagin?? que aquel juego de estrategia, que parec??a apenas un pasatiempo infantil, se convertir??a en su tabla de salvaci??n d??cadas despu??s, cuando estuvo a punto de perderlo todo.
Aranguren ingres?? al Ej??rcito a los 21 a??os, no por vocaci??n, sino porque era una oportunidad de empleo estable. Empez?? como soldado regular y luego hizo carrera como suboficial. Nueve a??os despu??s, reci??n ascendido a cabo segundo, la guerra lo golpe?? de frente. Recuerda con claridad y detalles el d??a en que perdi?? su libertad: Fue un lunes 22 de junio de 1999, 11:20 de la ma??ana. Estaba al mando de un pelot??n de 40 hombres en Puerto Libertador, C??rdoba, cuando desembarcaron de un helic??ptero cerca del r??o San Jorge. All??, 700 guerrilleros de las Farc los emboscaron.
Recuerda que el fuego fue devastador y algunos soldados desesperados se lanzaron al r??o para escapar de las balas, pero terminaron ahogados por la corriente y el peso de sus armas. Entre las r??fagas, Aranguren vio morir a 35 de sus hombres. Uno de ellos, Montoya, incapaz de resistir el dolor y las heridas, se quit?? la vida. Otro, Madarriaga, agonizaba mientras ??l intentaba arrastrarlo a salvo, hasta que las balas lo obligaron a dejarlo atr??s.
Heriberto pens?? tambi??n en quitarse la vida antes de caer prisionero. "El ??ltimo cartucho lo dej?? para m??, yo dije: ???no me dejo coger vivo??? y ya cuando lleg?? el momento no fui capaz. Dije, ???no, c??mo me voy a quitar la vida, si me van a matar que me maten ellos???. Me hab??an pegado un disparo en la costilla, pero los proveedores me salvaron la vida, no m??s me qued?? la pura p??lvora ah?? pegada". Herido en una costilla, cay?? en poder de la guerrilla .
Como a cientos de militares y polic??as, lo secuestraron para forzar un intercambio. Junto a cuatro soldados m??s, lo hicieron caminar d??as enteros por el Nudo del Paramillo hasta encerrarlos en una celda de madera de tres por tres metros en un campamento guerrillero. All?? solo los acompa??aba una radio y un tablero de ajedrez para salir de la rutina.
Entre las partidas de ajedrez demostr?? su talento y pronto se gan?? el apodo de 'el Ajedrecista'. Convenci?? al jefe guerrillero de que le prestara un cuchillo para tallar en un pedazo de madera un caballo, una pieza que se hab??an comido los ratones, cuando lo hizo el hombre le puso un reto. " Me dijo: ???Aranguren, ??usted es capaz de hacerme un ajedrez para yo ense??arle a mis guerrilleros????, le dije que claro y lo fabriqu?? de un metro por metro cuadrado, la reina y el rey med??an 20 cent??metros, era para que los guerrilleros aprendieran a jugar".
El ajedrez fue su compa????a, consuelo y disciplina. Cuando otros soldados fueron liberados y ??l qued?? solo, fue el ??nico elemento que le permiti?? resistir sin enloquecer. M??s tarde, en septiembre de 2001, volvi?? a compartir cautiverio con otros militares y, meses despu??s, con el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y su asesor de paz, Gilberto Echeverri. Aranguren calcula que tall?? m??s de cien tableros y fichas durante su secuestro. En su casa a??n guarda uno de chonta, la madera que encontraban en la selva, firmado por sus compa??eros de cautiverio.
El 5 de mayo de 2003, durante una fallida operaci??n de rescate autorizada por el entonces presidente ??lvaro Uribe , los helic??pteros del Ej??rcito irrumpieron en el campamento guerrillero. Lo que parec??a la llegada de la libertad para Aranguren y los otros secuestrados se convirti?? en horror.
Los guerrilleros, al ver llegar las tropas, fusilaron a los secuestrados. Aranguren recuerda los segundos como una eternidad: ???Cuando escucho que hay combate me tiro al piso y me meto debajo de mi cama. Empiezo a escuchar disparos encima, me doy cuenta que nos estaban fusilando, ah?? recibo el primer disparo en la cabeza, qued?? tendido, inm??vil, pero no inconsciente, escuchaba la griter??a y la mano de plomo".
En ese momento, los guerrilleros de las Farc regresan por orden de su jefe para verificar que los secuestrados estuvieran muertos. "El jefe guerrillero 'El Paisa' dice: ???devu??lvanse y rematen, verifiquen???, quer??a decir denles tiro en la cabeza para que no quede duda de que se murieron, entonces vienen y le hacen el tiro de gracia a mis compa??eros" . ??l ya hab??a recibido un disparo en la cabeza, lo que le dio una ventaja inimaginable, pues pensaron que ya estaba muerto.
"El tiro de gracia me lo peg?? en la pierna izquierda, me coloc?? el fusil en la pierna y me vol?? el f??mur, cuando yo abro mis ojos lo primero que veo es mi pierna, porque del impacto del fusil me levant?? la pierna, me desbarat?? el f??mur y la pierna me qued?? colgando como un pedazo de carne. Cojo la pierna, la tiro para atr??s, me volteo y empiezo a ver todos los cad??veres".
Herido, improvis?? un torniquete y resisti?? hasta que las tropas lo cargaron en una tabla durante hora y media hasta el helic??ptero. En el trayecto, la guerrilla intent?? derribar la aeronave, pero una vez m??s sobrevivi??.
??Qu?? lo salv??? La chonta, la misma madera con la que por 1.413 d??as de secuestro estuvo tallando tableros y piezas de ajedrez.
"Me salv?? la vida porque la cama era de chonta, si hubiera sido madera normal me mata porque es muy blandita". Fueron cuatro a??os de encierro, soledad y resistencia. De aquel ataque, murieron diez secuestrados y solo tres sobrevivieron.
Actualmente la Jurisdicci??n Especial para la Paz (JEP) se prepara para emitir su primera sentencia en el caso 01, que juzga a los antiguos comandantes de las Farc por los secuestros y Heriberto sigue con atenci??n cada paso del proceso. Ha jugado partidas de ajedrez con algunos de sus victimarios como gesto simb??lico de reconciliaci??n .
Reconoce que las penas contempladas son m??s restaurativas que punitivas. ???Para el da??o que se hizo son muy blandengues, pero fue lo que se firm?? en La Habana. Ellos no iban a entregar las armas para irse a la c??rcel. Yo no quiero m??s guerra para mis hijos ni para las nuevas generaciones??? . Aunque considera que los avances hacia la paz siguen siendo fr??giles y que la violencia persiste con disidencias y bandas criminales, insiste en que todo esfuerzo vale la pena. ???Son 13.000 hombres menos disparando y asesinando. Todo lo que se haga por la paz es v??lido??? .
Heriberto Aranguren fue un soldado que sobrevivi?? gracias al ajedrez y hoy es testimonio de la memoria viva de un pa??s herido. Su vida es, como ??l mismo dice, una partida en la que cada movimiento importa y mientras tenga un tablero y fichas frente a ??l, seguir?? recordando que incluso en medio de la oscuridad, siempre queda una jugada por hacer.